viernes, 8 de marzo de 2019

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR




Me muevo silenciosamente entre el olor de la mañana, el calor de la tarde y la solitaria noche. Puedo hacer que mis pasos no sean detectados. La coraza está cada vez más ligera y su peso no tiene relevancia. El descubrimiento es otro, la vista esta posada en otra dimensión, el agujero negro lleva a otras preocupaciones y mi andar parece simular un piloto automático de última tecnología. Podría llevar conmigo muchas cosas más, pero el hecho es que no quiero. Podría descargar mi coraza aún más, pero ya me he acostumbrado a ella. El tiempo le da un sabor distinto a su oxido cuando se requiere una limpieza. Renovando energía, alineando una vez más los puntos cardinales, levantando aquellos pesados muebles para ponerlos una vez más en su posición original, a pesar de que todos parezcan estar maltrechos y a medio funcionar, el primer aspecto al entrar a la sala es que nada ha cambiado, dentro de su composición, dentro de su analogía, nada ha cambiado, sólo el fin de su existencia, su utilidad, parece ser otra. El destino de muchos artefactos parece estar incierto, olvidado, pospuesto por la inminente tormenta. Me muevo silenciosamente entre el sabor del amanecer y el sonido de un buen atardecer. Nadie me detecta, o al menos esa es la sensación.

Un fuerte sonido me saca de mi estado catatónico y me devuelve de un latigazo a la realidad. El despertar de un sueño tras otro, inducido, raro en su origen y predecible en su final, se combina con el frío que recorre mi piel cuando se abre por primera vez en el día el portal al eje tridimensional palpable. Despertar se vuelve difícil cuando dormir es escapar. El motor interno está algo averiado, sin embargo tiene la potencia suficiente para levantar este pesado cuerpo y es extraño, dado que sin su coraza, el cuerpo tiene un peso extremadamente profundo, al natural, desnudo en plenitud y vulnerable en toda su extensión. El momento más vulnerable del ser humano es cuando está recién despertando. Su alma estuvo desconectada de su artefacto terrenal, por lo que cuando vuelve a su posición, no todo está funcionando de manera correcta, le hace falta tiempo y es hilarante, dado que cada hora que pasa está más despierto, pero más cerca de su muerte.

El sonido elocuente del entorno parece ahora extraño, artificial, carente de tacto y con cada segundo se torna más oscuro. La luz está en las ondas aéreas que provoco, que distorsionan el incómodo silencio. Los estruendos de mis cuerdas calman a los demonios que reclaman su presa perdida durante mucho tiempo, los alejan y les dicen que vayan por otra alma errante que quiera estar con ellos. Yo ya tuve suficiente. En la oscuridad me refugio, con mi instrumento de conexión, con el dolor en mis dedos después de partir el día en dos con su potente sonido, ese dolor que es lo único que puede alejarme de la estancia en ese inframundo lleno de color.

Me preparo para enfrentar una vez más el ciclo, la rueda de levanta el agua una y otra vez para ser alcanzada, para ser bebida y para continuar eternamente. No seré yo quien beba de esa agua, cuando el tiempo me reclame, pero sé con certeza de que ahí estará, pura o no, clara o turbia, ahí estará, para que otros puedan beber de ella, sin discriminar, sin preguntar los orígenes de sus súbditos ni menos sus pretensiones, sólo funcionando, manipulada por ellos mismos, quebrándose, desmoronándose en ciclos continuos, sin que nadie aparentemente pueda cambiar su forma, sus raíces y le pueda dar un vuelco enorme. Sólo noto que han pasado algunos que han cambiado su color y sabor mediante artificiales trucos de magia, ilusiones temporales que calman el dolor que causa su consumo diario. No obstante, para mi son genios dignos de admiración. Ellos están buscando la fórmula para llegar a su composición molecular, destruir y crear algo nuevo. No puedo pasar por esta interminable fila sin haber intentado hacer algo así. Me rehúso a ser una oveja más que sigue al rebaño, pero espero, espero el momento adecuado, aquel que sabes que ha llegado cuando miras el sol esconderse bajo el interminable manto de agua. Hay un gigante dormido en cada uno de nosotros ¿Vale la pena pelar con él o dejas que salga a conquistar tus miedos?

jueves, 30 de agosto de 2012

Otro Día Más.



Sucede que a ratos el cielo se torna en el atractivo del día, que el césped tiene una textura distinta y que lo negro se vuelve gris. Miras a tu alrededor y ves otras cosas, te sientes con otro filtro mental, manejas los matices de distinta forma, creas un show de malabares con los sentidos y por primera vez en el día pones atención, pones real atención. Todo se combina y se separa constantemente, como si de una coreografía compleja se tratara, pero logras ver, logras ver en realidad, logras percibir la carga del ambiente, lo pesado que puede ser un gramo de polvo y como el duro concreto aplasta tus ideas. Te vuelves paranoíco de lo trivial, huyes de lo tradicional, comienzas a ver verdaderas máquinas a tu alrededor y cierras los ojos...

- Hola... ¿hay alguien ahí?...
- (Eco de una voz sin nombre...)
- Hola... ¿estás bien?
- ¿Me hablas a mi?
- Porsupuesto! parece que te dormiste en el viaje.
- Bueno... algo así (me dormí de la vida).
- ¿Te has pasado tu parada?
- ¿Y como puedes afirmar eso?
- Bueno... adivino.
- ¿Dónde estamos?
- Metro... esperame deja ver... ah! Bustamante.
- Chucha... si me pasé. Gracias por avisarme.
- ¿Pero estás muy lejos de tu metro?
- Y otra vez... ¿Adivinas?
- (Una sonrisa se dibujó en su rostro al tiempo que sus mejillas se encendieron)
- Creo que no me reconoces...
- ¿Debería hacerlo?
- Si miraras con atención lo harías.

Torbellino de recuerdos se agolpan en un cuello de botella mental creado por la tensión del momento, extraño momento, momento con sabor dulce y un dejo de ansiedad.

- Perdón, pero creo que no nos conocemos.
- No oficialmente, pero si de vista.
- ¿Cómo es eso?
- Verás, nos vemos siempre en este tren, no se como puede pasar eso. Siempre en el mismo vagón, en el mismo ángulo y bueno, por lo que veo, sólo te veo, no nos vemos mutuamente.
- ¿En serio? Seré muy volado creo yo.
- Yo diría que bastante.
- (Por fin sonrío y la miro poniendo real atención).
- Bueno, creo que para agradecerte el hecho de que me hayas despertado puedo invitarte a tomar algo... ¿quieres?
- Me lo debes! y si, si quiero.

Desconexión y conexión al mismo tiempo. Un movimiento rápido de ida y vuelta y de un momento a otro tu día puede volverse un pasaje de historia guardado en la mente de un visionario.

martes, 28 de febrero de 2012

La Última Palabra.


Suena el despertador una vez más, como tantas. Suelo oprimir mis ojos con mis dedos y obligarlos a proporcionarme una mirada clara del entorno para poder despertar de una sola vez mis sentidos. He dormido bien, pero aún así siento algo de sueño, un sueño tierno y tentativo el cuál debo reprimir ante la necesidad de salir a buena hora al trabajo. Pongo mis pies en el suelo alfombrado y mi cuarto está rodeado de sombras y ténues luces que viajan desde el exterior brindandome una señalización de ayuda hacía el camino del interruptor de la luz de mi cuarto. Al encender aquella luz logro despertar y en parte ahuyentar al travieso sueño que se cuela por mi piel y que incita a seguir en compañia de las sábanas. Miro mi cama una última vez casi como extrañandola y me despido de la posiblidad de seguir bajo la influencia de Morfeo para emprender ruta a un nuevo día.

Mi madre se ha levantado antes que yo y prepara el desayuno de una manera cotidiana, pero no se porque, mis ojos la vieron en una arista un poco más sensible que de constumbre, una extraño momento de gracia y admiración, un pasaje aterciopelado por un magnífico momento adornado de normalidad. Mi hermano y mi padre ya han salido al trabajo. Ni siquiera pude despedirme de alguno de ellos y es ése el pensamiento que gobierna mi conciencia mientras entro al baño por una ducha que despierte mis sentidos de una vez por todas.

Camino al trabajo las cosas no parecen ser distintas. Veo algunos rostros conocidos, rostros que me parecen familiares y deber ser porque estamos acostumbrados a una hora y un lugar exacto para estas cosas, ya saben, la rutina.

Mientras estoy concentrado en mi trabajo, tratando de resolver un problema, que es de alguien más y por el cual me pagan por encontrarle una solución, me alertan sobre una llamada, extrañamente tengo una llamada, nunca  llaman a mi trabajo, es un tanto raro y halagador, quizás. Camino por el corredor que lleva al teléfono  y la cara de la recepcionista al darme el teléfono es algo preocupante, todo esto servía de antesala para despertar mis sentidos de alarma. Desde la otra línea era mi madre que con voz temblorosa y susurrante me comunicaba el triste acontecimiento. Mi hermano había sufrido un accidente muy grave y estaba en el hospital en ese momento. Al escuhar la noticia no pude más que viajar en un túnel oscuro, buscando motivos, culpables, responsables, causas y efectos que no existían, que no daban a lugar a nada, que no eran racionales, que sólo eran especulaciones sin sentido y sin ninguna utilidad. Deje mi trabajo inmediatamente sin importarme las consecuencias, total ya nada de eso existía para mi.

Llegué al hospital algo trastornado, sediento y con un sudor frío que recorría mi frente. Mis padres estaban allí, totalmente destrozados con la noticia, los veía sumidos en su llanto desenfrenado y torrentoso. No sabía en ese momento que hacer, que decir ni que imaginar. Totalmente desorientado tan sólo pude abrazarlos y pronunciar un temeroso y tímido "Todo estará bien, tranquilos".

El doctor se acerca a la sala de espera, hacia nosotros. Sus pasos suenan profundos haciendo eco en el pasillo que une las salas del hospital con la sala de espera. Su silueta propiciaba muerte y vida en misma proporción y su rostro ningún rastro o noción de negativo o positivo. Llegó a nuestro lado para darnos la siguiente noticia : "Él está conciente, por ahora. El accidente lo ha dejado trágicamente destinado a la muerte y eso ocurrirá en tan solo unas horas más. Hemos hecho todo lo que a nuestro alcance está. Lo sentimos mucho"

En algún momento, cuando escuché el último "Lo sentimos mucho", no podía ver ni escuchar nada. Había perdido por completo el control de mis sentidos y mis pensamientos. Murmure un débil "Es imposible...".

Fuimos a verlo, el sonreía, no sabía lo que pasaba ni tampoco lo que pasaría. Me acerqué a su lado evitando una gruesa lágrima que contenía hace ya mucho tiempo. Tomé su mano y él sonrió. Conversamos como si nada hubiera pasado, de esto y aquello. Le recordaba esos cálidos veranos en la playa en la que pasamos haciendo castillos de arena los cuales desmoronabamos con fuerza luego de estar toda la tarde haciéndolos o de la vez en que lo defendí en una pelea desigual en la escuela. Mientras recordábamos tantos momentos que pasamos juntos mis ojos se hacían cada vez más pesados y ya no podía soportar el peso de una lágrima que luchaba por recorrer mis mejillas. De pronto, mirándolo a los ojos, lloré y mi  hermano preguntó "¿Por qué lloras?". No sabía que decirle, tan sólo le hice creer, irónicamente, que el tonto pensamiento de perderlo me había puesto así. Mi hermano  tan solo me miro y me dijo "Tranquilo".

La hora ya estaba a nuestro alcance y mi hermano más débil que nunca. Le dijimos que le habían suministrado alguna clase de droga para dormirlo y que estuviera tranquilo, que todo pasaría. En el último momento vi como sus ojos se cerraban lentamente y bajo un manto que presionaba mi alma la escena se volvió insoportable. Las últimas palabras que mi hermano dirigió hacia mi fueron "Nos veremos mañana hermano".

Otro día y otra vez tengo que levantarme al trabajo. Tengo sed y un poco de frío, pero sé que llegaré tarde si no me levanto ahora mismo. Ya han pasado 5 años desde la muerte de mi hermano, pero cada mañana, cada día desde su muerte, luego de tomar mi ducha matinal y comer mi desayuno, entro a su cuarto abandonado y digo "Hasta pronto hermano, te quiero". Lo que aquel día del fatal acontecimiento no pude decir por causa de la costumbre y la rutina, resonará por siempre dentro de mi. Podría dejar de lado todas las tareas que el día me depara y tan solo invitarlo a un lugar que nunca exploramos, podría enviar todo lejos y conversar tranquilamente con él, podría contarle un chiste tras otro y réir juntos, pero todos esos pensamientos estaban fuera de lugar, porque él ya no estaba y no estaría más.

lunes, 9 de enero de 2012

Viajes a Otros Mundos.


Es una extraña capacidad, un arte de la mente, un medio de transporte a mundos aleatorios compuestos de colores, en algunos casos, y en otros no. Es un momento de realidad simulada, un escenario ocupado por escenas desordenadas y pintorescos personajes cuya memoria crea para luego borrar. Me encanta la experiencia de poder sentir y vivir sucesos que quizás en la vida real parecen tan lejanos. Es como si esta extraña capacidad fuera un canal divino para mostrarnos aristas de la vida de las cuales las posibilidades de ocurrencia nos son escasas. Tan sólo basta con cerrar los ojos y dejar que nuestra imaginación se haga cargo de todo el montaje, de crear los personajes y las situaciones. La manera en que se va desarrollando la trama y las sensaciones que vamos rescatando de ella son los elementos que colocan la línea que separa un buen sueño de una extraña y pésima pesadilla.

Me impresiona además cuando en nuestros viajes mentales nocturnos se mezclan vivencias o recuerdos de un día que tuvo, en su realidad, hechos importantes, hechos que nos marcaron. También me llama la atención cómo es que, si tienes la fortuna de escuchar una buena canción justo en el momento en que estás viajando, ésta se mezcla en la escena dándole un sabor aún más exquisito. Son tantas las cosas que hacen de los sueños un placer único que si fuera por mi obligaría a todos a tenerlos por lo menos una vez al día, porque son medios de distensión y porque pueden animar el día de cualquiera.

Vida o muerte no existen, existe tan sólo lo que está en frente. Una persona, un momento, un espacio imaginario proclamado por la experiencia o la memoria. Un rincón propio de cada uno de nosotros, una máquina reveladora de experiencias, en fin... es un sueño.

domingo, 16 de octubre de 2011

De Vida y Muerte.



Corre rápida y furiosa, algunas veces más admirada y otras más sigilosas, algunas veces con una dirección clara y rígida, otras bajo la incertidumbre y la improvisación, sea como sea, la mía o la tuya, siempre hay una combinación de matices que la hace bastante singular, llamativa e incomprendida, colores mezclados y pieles fluorescentes que sobresalen del verde y la tierra. Casi imperceptible es el hecho de que cada suceso, cada día, trazará el camino de mañana y quizás el de mucho más allá, las decisiones y los impulsos juegan juntos para llevarnos a caminos a veces desconocidos e incómodos y otras por senderos confortables y adormecedores. Hay ocasiones en que los momentos nos hablan por horas y horas y es importante escucharlos, hacer caso omiso a todo el ruido que pueda haber en derredor y comenzar a verlas, las señales, los sonidos, las pistas, pistas que nos llevarán quizás por caminos desconocidos, pero en donde se aprende más que en uno seguro y sin sobresaltos, porque siempre aprenderemos del error y no del éxito como condición humana imperante, porque el recuerdo fijo de un mal movimiento es la mejor medicina para tomar la decisión correcta y crecer.
Joven vida, pero no exenta de capítulos amargos, de lo natural y lo ancestral, de los orígenes de la vida hasta el paso hacía la otra, jóvenes pero propensos, vulnerables, pero con elección, nosotros sabemos y es por ello que podemos actuar. El punto es no nublar la vista ante la rutina y lo cotidiano y abrir las puertas de lo distinto y sabroso, de lo que se recuerda y estima, de los momentos gratos, esos momentos que dan sentido a la palabra "vida" y que te hacen sentirte en ese estado, solo os propongo el ejercicio siguiente: preguntarse por lo menos 3 veces por semana ¿Me siento vivo/a? y en sus reflexiones no hay respuesta, sino que planes, proyecciones y acciones, porque de no haber respuesta significa que no todo está trazado y que la línea la dibujamos a gusto, imperfecta como debe ser.
Luz al fondo del túnel, lecho incómodo y tu vida pasa en un segundo, ¿hiciste todo lo que deseaste?, ¿Dijiste todo lo que quisiste decir? y lo más importante aún ¿Dejaste un legado, una huella?. Éstos son tópicos a llenar, momentos que cumplir para que llegado el momento lo que se dibuje en tu rostro sea una sonrisa y no disconformidad. El sonido lúgubre del carro haciendo rechinar el metal de su armadura por las irregularidades del ahollado camino me incita a pensar y reflexionar, el tiempo es valioso, un invento, pero valioso, aprovechar es una habilidad, una virtud, aprovechar el tiempo es de maestros, por lo que cuando llegado el momento de mirar atrás solo se vea lo bueno que se dejó y al virar la mirada hacía adelante encontremos la paz y seguridad, para los míos y para los tuyos, el adiós compartido y el último suspiro recordado.

viernes, 15 de julio de 2011

Colisión



El aire trae algo extraño consigo, siento olores distorsionados y un calor inusual para una época del año en que el frío correr de los días puede congelar hasta los recuerdos. Yo, después de pensar en lo extraño que suele parecer vivir en un mundo donde la tecnología en vez de conectarnos nos separa de maneras poco sutiles, me encuentro mirando la puesta de sol, sentado en las faldas de un puente viejo y oxidado por el paso de los años. Tan solo miro la eterna quietud de las imágenes a mi alrededor, cuando en un estallido de desesperación ahogada en la mirada se refleja en mis pupilas un espectáculo de colores bastante espeluznante para el momento, veía como de pronto el astro mayor de nuestro sistema solar expulsaba de si enormes cantidades de material luminoso que parecía precipitarse en forma de lluvia cósmica sin igual. Mis sentidos se encendieron por completo, vi a mucha gente que se acercaba a ver lo mismo que yo veía, era increíble y todos parecían estar atónitos a tan ilógico espectáculo.

Me fui de aquel lugar con algo de miedo incontrolable, la gente pronto corrió a su casa temiendo lo peor, mientras caminaba apresurado y sin dirección el calor que se sentía en el ambiente se hizo cada vez más intenso, al punto que cualquier movimiento estaba acompañado de una gota de sudor que caía rauda por el cuerpo. No pasó mucho tiempo hasta que llegue a un puesto que vendía toda clase de golosinas, el dueño tenía un televisor en el cual los noticieros daban la noticia que todos temían pero que la mayoría consideraba de otro mundo. El hecho es que hubo una tremenda explosión desde el sol que pronto llegaba a la tierra causando los efectos que venía sintiendo en mi piel, yo por mi parte no lo podía creer y menos así la gente que miraba a mi lado. Totalmente atormentado y ante la posibilidad de que todo se pusiera aún peor mis pensamientos solo se dirigieron hacía mis seres queridos por quienes temía un final abrupto, me dirigí pronto a casa caminando por las calles, ya que todo transporte era un total caos y nada ya funcionaba, aparatos eléctricos, computadoras, sistemas electrónicos, nada. No podía correr, la temperatura era insoportable y mis sentidos parecían desvanecerse, miré a mi alrededor tratando de descansar y fue ahí cuando los vi, una extraña gente, casi una secta secreta, una especie de agrupación reclutando gente para ser protegida, ¿protegida de que? era la pregunta que me hacía al mirarlos, sus rostros eran vagos y faltos de expresión, no aparentaban estar alterados por lo que estaba pasando, tan solo anotaban nombres en sus cabezas y seleccionaban gente desesperada por vivir, uno de ellos se acercaba a mi y sus ojos tan solo miraban los míos, era algo espeluznante no sentir vida en los ojos de aquel ser que venía en dirección hacia mi, saqué lo poco y nada de energía que me quedaba para correr en cualquier dirección cuando en el cielo se divisaban manchas rojas profundas, de un color intenso y cristalino, mi piel pronto sintió un calor casi comparable con una llama de fuego a un centímetro de la piel y todo era en tonos rojo y amarillo fulgor. Mis sentidos se desvanecían uno por uno, mi vista era borrosa y poco a poco corrí con poca velocidad, miré hacia atrás, la tierra se abría en grietas enormes y de ellas escapaba una luz fulminante acompañada de vapor que salía de manera violenta derritiendo todo a su paso, pronto eran muchas grietas sobre el suelo y de ellas emanaba ardiente lava que corría por las calles de la ciudad calcinando todo a su paso, la gente corría en todas direcciones y el calor era infernal, muchos tan solo se quedaron pasmados ante un escenario tan brutal y murieron consumidos por el calor excesivo de los brazos de lava y fuego que se apoderaban de todo lo que tuviera vida, por mi parte ya mis energías se iban de manera involuntaria, caí al suelo exhausto y no pude más que ver correr hacía mi una lengua ardiente y despiadada que en su cuerpo traía muerte, gritos y dolor. Era todo para mi, tan solo esperaba el inminente final de un día extraño y caótico.

"Halo de sueño, sudor frío, tan solo puedo ver una mano tratando de alcanzarme y un intento por contener el último suspiro y hacerlo eterno"

Despierto totalmente desorientado, mi cabeza daba vueltas sin control, estaba en un cuarto en ruinas, mi ropa tenía rasgos de quemaduras extinguidas, no podía asociar los sucesos que habían ocurrido para que yo estuviera en el cuarto de un edificio desconocido a punto de amanecer. Me levanté al cabo de unos minutos y tratando de incorporar mis fuerzas me acerqué a una ventana del cuarto, logré divisar mi soledad en toda su magnitud, nadie en las calles, todo era silencio, miré hacia abajo y logré divisar una plataforma en la cual creí que podría llegar de un salto, así es que tomé impulso y salte por la ventana hacia aquella plataforma, mi aterrizaje fue algo desafortunado pero no me quitaba la habilidad de movilizarme, entré por unos pasillos en ruinas en donde habían muchas habitaciones y cuartos enormes, todo parecía haber sido quemado a medias, hacía frío y era todo húmedo, pronto vi unas escaleras y corrí hacia ellas, mi vista periférica logró captar a alguien mientras me movía rápido por el pasillo, era una sobreviviente, guardaba cosas en un viejo bolso y al verme me preguntó :

-Hey! ¿De qué secta vienes?
- ¿Secta? - pregunté incrédulo.
- Si, ¿Eres de algún lugar que no es aquí?
- Si por "aquí" te refieres a la tierra, en ese caso si, pero no recuerdo porque estoy acá, en este edificio precisamente.
- Todo está perdido, pero parece que tuviste suerte, yo me uní a ellos y ahora puedo vivir, pero he perdido a todos los que quería - Me dijo ella con un aura que no irradiaba más que dolor.
- Es terrible! - Exclame incrédulo aún, pero sus palabras calaron hondo en mi.
- Es un milagro que aún quede gente, no he visto a nadie mas que a ti.
- ¿Sabes que lugar es este, que parte es? - Pregunté para poder orientarme.
- Estas en el hemisferio sur, un poco al sur de todo, es la zona donde el calor no pudo llegar - dijo ella.
- Entonces no era un sueño, en realidad pasó - pensé en voz alta.
- Sufrimos el efecto de un devastador Tsunami solar que arrasó con todo a su paso - dijo ella con voz temblorosa.
- ¿Qué? ¿Sabes mas detalles al respecto? - pregunté ansioso.
- La energía que el sol expulsó dejó sin vida la mayor parte del planeta, secó el mar y océanos, ahora donde quiera que veas habrá nada más que tierra árida, tan solo esta zona logró salvarse debido a que está cerca del casco frío de los polos, la luna también ayudó, impidió en algo el paso de las olas de la muerte, pero en el intento quedó totalmente oscura y la luz ya no pasa a través de ella.
- ¿Quién te a dado toda esa información?
- Ellos - respondió ella.
- ¿Quienes son ellos?

Y cuando pregunté lo último ella corrió como si mi pregunta se tratara del mas cruel martirio. Quedé aún más confundido que antes, el sol ahora brillaba fuera pero era de un color crudo y algo cegador. Escuché ruidos a lo lejos por lo que corrí en dirección a la escalera que había visto, bajé por ella y llegué a ver una puerta, la atravesé y vi que se trataba de un centro comercial, estaba abandonado y sus artículos intactos, fui a ver si había algo de utilidad y me encontré con tiendas que tenían de todo, televisores de última generación y tecnología de todo tipo, tomé un equipo portátil con la intención de ver si algo de vida había aún en algún lugar del mundo, salí de la tienda y vi que al fondo habían oficinas, entré en ellas y habían ahí puestos de trabajo que estaban como si hubieran sido abandonados de manera repentina, vi también que en una de las sillas en el escritorio había una chaqueta y me dispuse a revisarla, encontré dinero y lo guardé conmigo, vi que alguien se acercaba una vez más, no tuve tiempo de reacción y me quedé ahí, debajo del escritorio, escondido esperando a ver quien venía, de pronto un hombre de aspecto extraño entró en la oficina y bajó la vista hacía donde yo estaba como si supiera de antemano donde me encontraba y al mismo tiempo que vio mi rostro cubierto de miedo me dijo:

- Sal de ahí hijo, todo ya pasó.

Sus palabras fueron tan confortantes que salí de ahí y vi que tenía un aspecto raro pero no lejano al humano, sus ojos eran profundos y misteriosos y mientras el miedo iba desapareciendo me atreví a preguntar:

- ¿Que es lo que pasó?
- Hijo, eres un sobreviviente, una mano extraña quiso que siguieras con vida, vida que ahora no existe más que en el recuerdo y que por el momento tratamos de traer de vuelta. El desastre a sido inmenso, todas las personas que creías conocer ya no están, todo lo que recuerdas del mundo en que vivías ya no está, solo quedan algunos centros comerciales con lo que quedó, pero creeme que ya nada de eso es útil, por eso puedes deshacerte de ese aparato (el equipo portátil que yo traía) y ese dinero, porque ya nada de eso te servirá, se ha perdido toda tecnología y la luz eléctrica, el agua se evaporó por completo y los alimentos, bueno solo quedan las reservas que en esta zona del planeta existían. Hijo, el mundo ya no es lo que solía ser, hemos vuelto a nacer y juntos podemos traer de vuelta una civilización nueva y mejor.

Sus palabras sonaron como espadas atravesando mi pecho una y otra vez, no podía creer lo que me estaba diciendo, las lagrimas que por mi rostro caían rebotaron en el suelo causando un sonido frío y desolador, nada quedaba ahora y en un arranque de desesperación salí corriendo de ahí, escapé de él y cuando logré salir del edificio la luz externa dañó mis ojos por un momento, en ese momento no podía ver nada, totalmente dolido y triste logré recuperar en algo la visa y lo que ella me traía no era más que extensiones de tierra, un mar de arena, precipicios e irregularidades, el lecho marino desnudo y sin rastros de líquido, restos de barcos hundidos y ya más nada que mirar. Me senté en una roca totalmente impactado y con un dolor que no podía explicar, ya ninguno de mis seres queridos estaba ahí conmigo, no había música, voces, suspiros en el aire, miradas furtivas, compañía, cantos, juegos y risas, todo quedó atrás y ahora me encontraba solo, rodeado de arena, desesperado y eternamente perdido.

domingo, 27 de marzo de 2011

Silencio


Ella tan solo caminaba tratando de apoyar su fino taco en la acera resbaladiza a causa de la fría noche que traía consigo el despojo de toda mirada acogedora. No pensaba en nada más que en llegar a casa y sacarse aquellos zapatos que luego de una noche tan agitada se vuelven más torturadores que brindadores de placer. Su mirada iba fija en la vereda, absorta, como si esperase por ello una recompensa de la mano de la suerte y que ese golpe repentino de fortuna fuera quien salvara su estrechada noche.

Sola se encontraba hace 4 horas atrás, sentada en una esquina de un bar con cierto aspecto artesanal y olor a décadas de noches inusuales. La bohemia inundaba el ambiente al punto que al estar dentro ya no se podía pensar en nada más que en el momento y la compañía. Luego de un cigarrillo y el aperitivo, compuesto por un trago de licor de anís, ella alza su vista en busca de la excusa que la mantenía fija en su lugar de espera. Era él quien entraba vistiendo un abrigo largo y oscuro con aspecto de haber sido usado en múltiples veces, pero era precisamente aquello lo que le entregaba el toque acorde al lugar.

Él, por su parte, ya venía agitado por un presentimiento, de aquellos que llegan inesperadamente y que logran remover la fibra del miedo para poner en guardia sus palabras. Lo tenía claro, su toque ya no era el mismo que hace unos años y la intensa rutina urbana consumía su capacidad de cosechar momentos únicos para el selector de su memoria. Sentía que se dirigía directamente hacía el fin de lo que hace tiempo habría comenzado.

-Llegas tarde, como siempre - Dice ella con propiedad.
-Si, lo sé, es que no sabía si en realidad venir.
-¿Por qué dudaste de ello?.
-Tu voz, se oía alterada a través del teléfono.
-¿Mi voz?- replicó ella.
-Si, dime ¿que es lo que me quieres decir a estas horas?
-Invítame un trago, es lo mínimo que puedes hacer por llegar tan tarde.

La canción que sonaba en aquel momento en el bar era "Black" de Pearl Jam y daba un matiz de melancolía a cualquier movimiento al rededor. El humo lograba camuflar cualquier imperfección en sus rostros, los olores que provenían de la cocina abrían un tanto el apetito pero la apariencia de la misma cortaba todo deseo por satisfacer un ápice de hambre. Él levantó la mano pidiendo al mesero en cuestión y logró su cometido en un tiempo récord. Pidió un par de tragos fuertes, ya que, el momento propiciaba palabras duras.

-Debo irme- Dice ella, interrumpiendo su trago.
-¿Debes irte a casa?, pero si acabo de llegar!
-Debo irme lejos antes de que todo esto me contamine.
-No entiendo de lo que hablas- Dice él con voz lúgubre.
-Ya no estás aquí, cada vez que te veo no veo en tí la persona a quien conocí.
-De que hablas, me tienes acá para ti.
-Sabes que no es lo mismo, las presiones te han hecho cambiar y han hecho de ti un desconocido.
-¿Estás buscando alguna excusa para deshacerte de mi? Porque si es así dime la verdad.
-Busca dentro de ti, ¿cuando fue la última vez que reímos solo por reír?- Pregunta ella con voz de niña dulce.
-Vamos, ¿de que estas hablando?
-Hablo de reír, de sentir aquella felicidad fugaz tan solo por sentirla.
-Creo que he estado muy ocupado tratando de hacernos un mejor futuro- Exclama él invocando piedad.
-Un futuro para ti, querrás decir.
-Un futuro para los dos y tu lo sabes.
-Sabes, aquí no hay futuro, por lo menos para nosotros, no pertenecemos aquí.
-Y según tu, ¿donde pertenecemos?.
-A cualquier lugar, pero no aquí.
-Y ¿cual es tu plan?.
-Dejemos este lugar, ¿podrías tan solo tomar mi mano y caminar conmigo?
-Por favor, tenemos todo acá, ¿Por qué he de dejar lo que con tantos años he logrado?
-Por mí, por una vida real y no basada en los números de tu cuenta corriente o en cuan caro es tu perfume.
-Las cosas son así en todas partes!- Dice él, bebiendo un trago largo del vaso por largo tiempo abandonado.
-Sé que habrá un lugar por ahí en donde seamos vistos como personas y no como una ventaja.
-Demonios, no puedo dejar todo abandonado así como así.
-Si no vienes conmigo iré sola, prefiero vivir antes que morir acá sin que nadie me recuerde.
-Estás loca mujer! , ¿Como harás para vivir?.
-Lo haré, siento que puedo vivir en donde sea si es que escojo la vida antes que el dinero.
-Tienes una buena vida acá mujer, no la desperdicies.
-Ya estoy desperdiciando mi vida, de hecho, este mismo instante es un desperdicio.- Y ella se levantó de su asiento, se colocó su abrigo del otoño pasado y caminó hacía la salida del bar.
-Seguramente volverás a mi después de saber que tu idea es una locura! - Gritó él desesperado al ver que desaparecía su silueta a través del dintel de la puerta. Ella tan solo se dio la vuelta y en silencio se internó en el frío de la ciudad.

Ella tan solo caminaba, pensando en el valor de la vida y el tiempo, en como no pudo antes darse cuenta de que su felicidad estaba en la simpleza de un amanecer sin preocupaciones. Tan solo pensaba en llegar a casa y despojarse de todo lo que la hacía igual al resto, una marca, una moda, un slogan reconocido que le diera cierta reputación. Ella sacó su último cigarrillo del bolso caro que su pareja le había regalado y tan solo dijo:

-Mi vida no se consumirá como este estúpido cigarrillo.

Dejó caer su bolso al suelo y entre la penumbra de foco en foco su presencia se perdía, dejando atrás tan solo un rastro de humo efímero como un suspiro.