domingo, 16 de octubre de 2011

De Vida y Muerte.



Corre rápida y furiosa, algunas veces más admirada y otras más sigilosas, algunas veces con una dirección clara y rígida, otras bajo la incertidumbre y la improvisación, sea como sea, la mía o la tuya, siempre hay una combinación de matices que la hace bastante singular, llamativa e incomprendida, colores mezclados y pieles fluorescentes que sobresalen del verde y la tierra. Casi imperceptible es el hecho de que cada suceso, cada día, trazará el camino de mañana y quizás el de mucho más allá, las decisiones y los impulsos juegan juntos para llevarnos a caminos a veces desconocidos e incómodos y otras por senderos confortables y adormecedores. Hay ocasiones en que los momentos nos hablan por horas y horas y es importante escucharlos, hacer caso omiso a todo el ruido que pueda haber en derredor y comenzar a verlas, las señales, los sonidos, las pistas, pistas que nos llevarán quizás por caminos desconocidos, pero en donde se aprende más que en uno seguro y sin sobresaltos, porque siempre aprenderemos del error y no del éxito como condición humana imperante, porque el recuerdo fijo de un mal movimiento es la mejor medicina para tomar la decisión correcta y crecer.
Joven vida, pero no exenta de capítulos amargos, de lo natural y lo ancestral, de los orígenes de la vida hasta el paso hacía la otra, jóvenes pero propensos, vulnerables, pero con elección, nosotros sabemos y es por ello que podemos actuar. El punto es no nublar la vista ante la rutina y lo cotidiano y abrir las puertas de lo distinto y sabroso, de lo que se recuerda y estima, de los momentos gratos, esos momentos que dan sentido a la palabra "vida" y que te hacen sentirte en ese estado, solo os propongo el ejercicio siguiente: preguntarse por lo menos 3 veces por semana ¿Me siento vivo/a? y en sus reflexiones no hay respuesta, sino que planes, proyecciones y acciones, porque de no haber respuesta significa que no todo está trazado y que la línea la dibujamos a gusto, imperfecta como debe ser.
Luz al fondo del túnel, lecho incómodo y tu vida pasa en un segundo, ¿hiciste todo lo que deseaste?, ¿Dijiste todo lo que quisiste decir? y lo más importante aún ¿Dejaste un legado, una huella?. Éstos son tópicos a llenar, momentos que cumplir para que llegado el momento lo que se dibuje en tu rostro sea una sonrisa y no disconformidad. El sonido lúgubre del carro haciendo rechinar el metal de su armadura por las irregularidades del ahollado camino me incita a pensar y reflexionar, el tiempo es valioso, un invento, pero valioso, aprovechar es una habilidad, una virtud, aprovechar el tiempo es de maestros, por lo que cuando llegado el momento de mirar atrás solo se vea lo bueno que se dejó y al virar la mirada hacía adelante encontremos la paz y seguridad, para los míos y para los tuyos, el adiós compartido y el último suspiro recordado.

viernes, 15 de julio de 2011

Colisión



El aire trae algo extraño consigo, siento olores distorsionados y un calor inusual para una época del año en que el frío correr de los días puede congelar hasta los recuerdos. Yo, después de pensar en lo extraño que suele parecer vivir en un mundo donde la tecnología en vez de conectarnos nos separa de maneras poco sutiles, me encuentro mirando la puesta de sol, sentado en las faldas de un puente viejo y oxidado por el paso de los años. Tan solo miro la eterna quietud de las imágenes a mi alrededor, cuando en un estallido de desesperación ahogada en la mirada se refleja en mis pupilas un espectáculo de colores bastante espeluznante para el momento, veía como de pronto el astro mayor de nuestro sistema solar expulsaba de si enormes cantidades de material luminoso que parecía precipitarse en forma de lluvia cósmica sin igual. Mis sentidos se encendieron por completo, vi a mucha gente que se acercaba a ver lo mismo que yo veía, era increíble y todos parecían estar atónitos a tan ilógico espectáculo.

Me fui de aquel lugar con algo de miedo incontrolable, la gente pronto corrió a su casa temiendo lo peor, mientras caminaba apresurado y sin dirección el calor que se sentía en el ambiente se hizo cada vez más intenso, al punto que cualquier movimiento estaba acompañado de una gota de sudor que caía rauda por el cuerpo. No pasó mucho tiempo hasta que llegue a un puesto que vendía toda clase de golosinas, el dueño tenía un televisor en el cual los noticieros daban la noticia que todos temían pero que la mayoría consideraba de otro mundo. El hecho es que hubo una tremenda explosión desde el sol que pronto llegaba a la tierra causando los efectos que venía sintiendo en mi piel, yo por mi parte no lo podía creer y menos así la gente que miraba a mi lado. Totalmente atormentado y ante la posibilidad de que todo se pusiera aún peor mis pensamientos solo se dirigieron hacía mis seres queridos por quienes temía un final abrupto, me dirigí pronto a casa caminando por las calles, ya que todo transporte era un total caos y nada ya funcionaba, aparatos eléctricos, computadoras, sistemas electrónicos, nada. No podía correr, la temperatura era insoportable y mis sentidos parecían desvanecerse, miré a mi alrededor tratando de descansar y fue ahí cuando los vi, una extraña gente, casi una secta secreta, una especie de agrupación reclutando gente para ser protegida, ¿protegida de que? era la pregunta que me hacía al mirarlos, sus rostros eran vagos y faltos de expresión, no aparentaban estar alterados por lo que estaba pasando, tan solo anotaban nombres en sus cabezas y seleccionaban gente desesperada por vivir, uno de ellos se acercaba a mi y sus ojos tan solo miraban los míos, era algo espeluznante no sentir vida en los ojos de aquel ser que venía en dirección hacia mi, saqué lo poco y nada de energía que me quedaba para correr en cualquier dirección cuando en el cielo se divisaban manchas rojas profundas, de un color intenso y cristalino, mi piel pronto sintió un calor casi comparable con una llama de fuego a un centímetro de la piel y todo era en tonos rojo y amarillo fulgor. Mis sentidos se desvanecían uno por uno, mi vista era borrosa y poco a poco corrí con poca velocidad, miré hacia atrás, la tierra se abría en grietas enormes y de ellas escapaba una luz fulminante acompañada de vapor que salía de manera violenta derritiendo todo a su paso, pronto eran muchas grietas sobre el suelo y de ellas emanaba ardiente lava que corría por las calles de la ciudad calcinando todo a su paso, la gente corría en todas direcciones y el calor era infernal, muchos tan solo se quedaron pasmados ante un escenario tan brutal y murieron consumidos por el calor excesivo de los brazos de lava y fuego que se apoderaban de todo lo que tuviera vida, por mi parte ya mis energías se iban de manera involuntaria, caí al suelo exhausto y no pude más que ver correr hacía mi una lengua ardiente y despiadada que en su cuerpo traía muerte, gritos y dolor. Era todo para mi, tan solo esperaba el inminente final de un día extraño y caótico.

"Halo de sueño, sudor frío, tan solo puedo ver una mano tratando de alcanzarme y un intento por contener el último suspiro y hacerlo eterno"

Despierto totalmente desorientado, mi cabeza daba vueltas sin control, estaba en un cuarto en ruinas, mi ropa tenía rasgos de quemaduras extinguidas, no podía asociar los sucesos que habían ocurrido para que yo estuviera en el cuarto de un edificio desconocido a punto de amanecer. Me levanté al cabo de unos minutos y tratando de incorporar mis fuerzas me acerqué a una ventana del cuarto, logré divisar mi soledad en toda su magnitud, nadie en las calles, todo era silencio, miré hacia abajo y logré divisar una plataforma en la cual creí que podría llegar de un salto, así es que tomé impulso y salte por la ventana hacia aquella plataforma, mi aterrizaje fue algo desafortunado pero no me quitaba la habilidad de movilizarme, entré por unos pasillos en ruinas en donde habían muchas habitaciones y cuartos enormes, todo parecía haber sido quemado a medias, hacía frío y era todo húmedo, pronto vi unas escaleras y corrí hacia ellas, mi vista periférica logró captar a alguien mientras me movía rápido por el pasillo, era una sobreviviente, guardaba cosas en un viejo bolso y al verme me preguntó :

-Hey! ¿De qué secta vienes?
- ¿Secta? - pregunté incrédulo.
- Si, ¿Eres de algún lugar que no es aquí?
- Si por "aquí" te refieres a la tierra, en ese caso si, pero no recuerdo porque estoy acá, en este edificio precisamente.
- Todo está perdido, pero parece que tuviste suerte, yo me uní a ellos y ahora puedo vivir, pero he perdido a todos los que quería - Me dijo ella con un aura que no irradiaba más que dolor.
- Es terrible! - Exclame incrédulo aún, pero sus palabras calaron hondo en mi.
- Es un milagro que aún quede gente, no he visto a nadie mas que a ti.
- ¿Sabes que lugar es este, que parte es? - Pregunté para poder orientarme.
- Estas en el hemisferio sur, un poco al sur de todo, es la zona donde el calor no pudo llegar - dijo ella.
- Entonces no era un sueño, en realidad pasó - pensé en voz alta.
- Sufrimos el efecto de un devastador Tsunami solar que arrasó con todo a su paso - dijo ella con voz temblorosa.
- ¿Qué? ¿Sabes mas detalles al respecto? - pregunté ansioso.
- La energía que el sol expulsó dejó sin vida la mayor parte del planeta, secó el mar y océanos, ahora donde quiera que veas habrá nada más que tierra árida, tan solo esta zona logró salvarse debido a que está cerca del casco frío de los polos, la luna también ayudó, impidió en algo el paso de las olas de la muerte, pero en el intento quedó totalmente oscura y la luz ya no pasa a través de ella.
- ¿Quién te a dado toda esa información?
- Ellos - respondió ella.
- ¿Quienes son ellos?

Y cuando pregunté lo último ella corrió como si mi pregunta se tratara del mas cruel martirio. Quedé aún más confundido que antes, el sol ahora brillaba fuera pero era de un color crudo y algo cegador. Escuché ruidos a lo lejos por lo que corrí en dirección a la escalera que había visto, bajé por ella y llegué a ver una puerta, la atravesé y vi que se trataba de un centro comercial, estaba abandonado y sus artículos intactos, fui a ver si había algo de utilidad y me encontré con tiendas que tenían de todo, televisores de última generación y tecnología de todo tipo, tomé un equipo portátil con la intención de ver si algo de vida había aún en algún lugar del mundo, salí de la tienda y vi que al fondo habían oficinas, entré en ellas y habían ahí puestos de trabajo que estaban como si hubieran sido abandonados de manera repentina, vi también que en una de las sillas en el escritorio había una chaqueta y me dispuse a revisarla, encontré dinero y lo guardé conmigo, vi que alguien se acercaba una vez más, no tuve tiempo de reacción y me quedé ahí, debajo del escritorio, escondido esperando a ver quien venía, de pronto un hombre de aspecto extraño entró en la oficina y bajó la vista hacía donde yo estaba como si supiera de antemano donde me encontraba y al mismo tiempo que vio mi rostro cubierto de miedo me dijo:

- Sal de ahí hijo, todo ya pasó.

Sus palabras fueron tan confortantes que salí de ahí y vi que tenía un aspecto raro pero no lejano al humano, sus ojos eran profundos y misteriosos y mientras el miedo iba desapareciendo me atreví a preguntar:

- ¿Que es lo que pasó?
- Hijo, eres un sobreviviente, una mano extraña quiso que siguieras con vida, vida que ahora no existe más que en el recuerdo y que por el momento tratamos de traer de vuelta. El desastre a sido inmenso, todas las personas que creías conocer ya no están, todo lo que recuerdas del mundo en que vivías ya no está, solo quedan algunos centros comerciales con lo que quedó, pero creeme que ya nada de eso es útil, por eso puedes deshacerte de ese aparato (el equipo portátil que yo traía) y ese dinero, porque ya nada de eso te servirá, se ha perdido toda tecnología y la luz eléctrica, el agua se evaporó por completo y los alimentos, bueno solo quedan las reservas que en esta zona del planeta existían. Hijo, el mundo ya no es lo que solía ser, hemos vuelto a nacer y juntos podemos traer de vuelta una civilización nueva y mejor.

Sus palabras sonaron como espadas atravesando mi pecho una y otra vez, no podía creer lo que me estaba diciendo, las lagrimas que por mi rostro caían rebotaron en el suelo causando un sonido frío y desolador, nada quedaba ahora y en un arranque de desesperación salí corriendo de ahí, escapé de él y cuando logré salir del edificio la luz externa dañó mis ojos por un momento, en ese momento no podía ver nada, totalmente dolido y triste logré recuperar en algo la visa y lo que ella me traía no era más que extensiones de tierra, un mar de arena, precipicios e irregularidades, el lecho marino desnudo y sin rastros de líquido, restos de barcos hundidos y ya más nada que mirar. Me senté en una roca totalmente impactado y con un dolor que no podía explicar, ya ninguno de mis seres queridos estaba ahí conmigo, no había música, voces, suspiros en el aire, miradas furtivas, compañía, cantos, juegos y risas, todo quedó atrás y ahora me encontraba solo, rodeado de arena, desesperado y eternamente perdido.

domingo, 27 de marzo de 2011

Silencio


Ella tan solo caminaba tratando de apoyar su fino taco en la acera resbaladiza a causa de la fría noche que traía consigo el despojo de toda mirada acogedora. No pensaba en nada más que en llegar a casa y sacarse aquellos zapatos que luego de una noche tan agitada se vuelven más torturadores que brindadores de placer. Su mirada iba fija en la vereda, absorta, como si esperase por ello una recompensa de la mano de la suerte y que ese golpe repentino de fortuna fuera quien salvara su estrechada noche.

Sola se encontraba hace 4 horas atrás, sentada en una esquina de un bar con cierto aspecto artesanal y olor a décadas de noches inusuales. La bohemia inundaba el ambiente al punto que al estar dentro ya no se podía pensar en nada más que en el momento y la compañía. Luego de un cigarrillo y el aperitivo, compuesto por un trago de licor de anís, ella alza su vista en busca de la excusa que la mantenía fija en su lugar de espera. Era él quien entraba vistiendo un abrigo largo y oscuro con aspecto de haber sido usado en múltiples veces, pero era precisamente aquello lo que le entregaba el toque acorde al lugar.

Él, por su parte, ya venía agitado por un presentimiento, de aquellos que llegan inesperadamente y que logran remover la fibra del miedo para poner en guardia sus palabras. Lo tenía claro, su toque ya no era el mismo que hace unos años y la intensa rutina urbana consumía su capacidad de cosechar momentos únicos para el selector de su memoria. Sentía que se dirigía directamente hacía el fin de lo que hace tiempo habría comenzado.

-Llegas tarde, como siempre - Dice ella con propiedad.
-Si, lo sé, es que no sabía si en realidad venir.
-¿Por qué dudaste de ello?.
-Tu voz, se oía alterada a través del teléfono.
-¿Mi voz?- replicó ella.
-Si, dime ¿que es lo que me quieres decir a estas horas?
-Invítame un trago, es lo mínimo que puedes hacer por llegar tan tarde.

La canción que sonaba en aquel momento en el bar era "Black" de Pearl Jam y daba un matiz de melancolía a cualquier movimiento al rededor. El humo lograba camuflar cualquier imperfección en sus rostros, los olores que provenían de la cocina abrían un tanto el apetito pero la apariencia de la misma cortaba todo deseo por satisfacer un ápice de hambre. Él levantó la mano pidiendo al mesero en cuestión y logró su cometido en un tiempo récord. Pidió un par de tragos fuertes, ya que, el momento propiciaba palabras duras.

-Debo irme- Dice ella, interrumpiendo su trago.
-¿Debes irte a casa?, pero si acabo de llegar!
-Debo irme lejos antes de que todo esto me contamine.
-No entiendo de lo que hablas- Dice él con voz lúgubre.
-Ya no estás aquí, cada vez que te veo no veo en tí la persona a quien conocí.
-De que hablas, me tienes acá para ti.
-Sabes que no es lo mismo, las presiones te han hecho cambiar y han hecho de ti un desconocido.
-¿Estás buscando alguna excusa para deshacerte de mi? Porque si es así dime la verdad.
-Busca dentro de ti, ¿cuando fue la última vez que reímos solo por reír?- Pregunta ella con voz de niña dulce.
-Vamos, ¿de que estas hablando?
-Hablo de reír, de sentir aquella felicidad fugaz tan solo por sentirla.
-Creo que he estado muy ocupado tratando de hacernos un mejor futuro- Exclama él invocando piedad.
-Un futuro para ti, querrás decir.
-Un futuro para los dos y tu lo sabes.
-Sabes, aquí no hay futuro, por lo menos para nosotros, no pertenecemos aquí.
-Y según tu, ¿donde pertenecemos?.
-A cualquier lugar, pero no aquí.
-Y ¿cual es tu plan?.
-Dejemos este lugar, ¿podrías tan solo tomar mi mano y caminar conmigo?
-Por favor, tenemos todo acá, ¿Por qué he de dejar lo que con tantos años he logrado?
-Por mí, por una vida real y no basada en los números de tu cuenta corriente o en cuan caro es tu perfume.
-Las cosas son así en todas partes!- Dice él, bebiendo un trago largo del vaso por largo tiempo abandonado.
-Sé que habrá un lugar por ahí en donde seamos vistos como personas y no como una ventaja.
-Demonios, no puedo dejar todo abandonado así como así.
-Si no vienes conmigo iré sola, prefiero vivir antes que morir acá sin que nadie me recuerde.
-Estás loca mujer! , ¿Como harás para vivir?.
-Lo haré, siento que puedo vivir en donde sea si es que escojo la vida antes que el dinero.
-Tienes una buena vida acá mujer, no la desperdicies.
-Ya estoy desperdiciando mi vida, de hecho, este mismo instante es un desperdicio.- Y ella se levantó de su asiento, se colocó su abrigo del otoño pasado y caminó hacía la salida del bar.
-Seguramente volverás a mi después de saber que tu idea es una locura! - Gritó él desesperado al ver que desaparecía su silueta a través del dintel de la puerta. Ella tan solo se dio la vuelta y en silencio se internó en el frío de la ciudad.

Ella tan solo caminaba, pensando en el valor de la vida y el tiempo, en como no pudo antes darse cuenta de que su felicidad estaba en la simpleza de un amanecer sin preocupaciones. Tan solo pensaba en llegar a casa y despojarse de todo lo que la hacía igual al resto, una marca, una moda, un slogan reconocido que le diera cierta reputación. Ella sacó su último cigarrillo del bolso caro que su pareja le había regalado y tan solo dijo:

-Mi vida no se consumirá como este estúpido cigarrillo.

Dejó caer su bolso al suelo y entre la penumbra de foco en foco su presencia se perdía, dejando atrás tan solo un rastro de humo efímero como un suspiro.