domingo, 27 de marzo de 2011

Silencio


Ella tan solo caminaba tratando de apoyar su fino taco en la acera resbaladiza a causa de la fría noche que traía consigo el despojo de toda mirada acogedora. No pensaba en nada más que en llegar a casa y sacarse aquellos zapatos que luego de una noche tan agitada se vuelven más torturadores que brindadores de placer. Su mirada iba fija en la vereda, absorta, como si esperase por ello una recompensa de la mano de la suerte y que ese golpe repentino de fortuna fuera quien salvara su estrechada noche.

Sola se encontraba hace 4 horas atrás, sentada en una esquina de un bar con cierto aspecto artesanal y olor a décadas de noches inusuales. La bohemia inundaba el ambiente al punto que al estar dentro ya no se podía pensar en nada más que en el momento y la compañía. Luego de un cigarrillo y el aperitivo, compuesto por un trago de licor de anís, ella alza su vista en busca de la excusa que la mantenía fija en su lugar de espera. Era él quien entraba vistiendo un abrigo largo y oscuro con aspecto de haber sido usado en múltiples veces, pero era precisamente aquello lo que le entregaba el toque acorde al lugar.

Él, por su parte, ya venía agitado por un presentimiento, de aquellos que llegan inesperadamente y que logran remover la fibra del miedo para poner en guardia sus palabras. Lo tenía claro, su toque ya no era el mismo que hace unos años y la intensa rutina urbana consumía su capacidad de cosechar momentos únicos para el selector de su memoria. Sentía que se dirigía directamente hacía el fin de lo que hace tiempo habría comenzado.

-Llegas tarde, como siempre - Dice ella con propiedad.
-Si, lo sé, es que no sabía si en realidad venir.
-¿Por qué dudaste de ello?.
-Tu voz, se oía alterada a través del teléfono.
-¿Mi voz?- replicó ella.
-Si, dime ¿que es lo que me quieres decir a estas horas?
-Invítame un trago, es lo mínimo que puedes hacer por llegar tan tarde.

La canción que sonaba en aquel momento en el bar era "Black" de Pearl Jam y daba un matiz de melancolía a cualquier movimiento al rededor. El humo lograba camuflar cualquier imperfección en sus rostros, los olores que provenían de la cocina abrían un tanto el apetito pero la apariencia de la misma cortaba todo deseo por satisfacer un ápice de hambre. Él levantó la mano pidiendo al mesero en cuestión y logró su cometido en un tiempo récord. Pidió un par de tragos fuertes, ya que, el momento propiciaba palabras duras.

-Debo irme- Dice ella, interrumpiendo su trago.
-¿Debes irte a casa?, pero si acabo de llegar!
-Debo irme lejos antes de que todo esto me contamine.
-No entiendo de lo que hablas- Dice él con voz lúgubre.
-Ya no estás aquí, cada vez que te veo no veo en tí la persona a quien conocí.
-De que hablas, me tienes acá para ti.
-Sabes que no es lo mismo, las presiones te han hecho cambiar y han hecho de ti un desconocido.
-¿Estás buscando alguna excusa para deshacerte de mi? Porque si es así dime la verdad.
-Busca dentro de ti, ¿cuando fue la última vez que reímos solo por reír?- Pregunta ella con voz de niña dulce.
-Vamos, ¿de que estas hablando?
-Hablo de reír, de sentir aquella felicidad fugaz tan solo por sentirla.
-Creo que he estado muy ocupado tratando de hacernos un mejor futuro- Exclama él invocando piedad.
-Un futuro para ti, querrás decir.
-Un futuro para los dos y tu lo sabes.
-Sabes, aquí no hay futuro, por lo menos para nosotros, no pertenecemos aquí.
-Y según tu, ¿donde pertenecemos?.
-A cualquier lugar, pero no aquí.
-Y ¿cual es tu plan?.
-Dejemos este lugar, ¿podrías tan solo tomar mi mano y caminar conmigo?
-Por favor, tenemos todo acá, ¿Por qué he de dejar lo que con tantos años he logrado?
-Por mí, por una vida real y no basada en los números de tu cuenta corriente o en cuan caro es tu perfume.
-Las cosas son así en todas partes!- Dice él, bebiendo un trago largo del vaso por largo tiempo abandonado.
-Sé que habrá un lugar por ahí en donde seamos vistos como personas y no como una ventaja.
-Demonios, no puedo dejar todo abandonado así como así.
-Si no vienes conmigo iré sola, prefiero vivir antes que morir acá sin que nadie me recuerde.
-Estás loca mujer! , ¿Como harás para vivir?.
-Lo haré, siento que puedo vivir en donde sea si es que escojo la vida antes que el dinero.
-Tienes una buena vida acá mujer, no la desperdicies.
-Ya estoy desperdiciando mi vida, de hecho, este mismo instante es un desperdicio.- Y ella se levantó de su asiento, se colocó su abrigo del otoño pasado y caminó hacía la salida del bar.
-Seguramente volverás a mi después de saber que tu idea es una locura! - Gritó él desesperado al ver que desaparecía su silueta a través del dintel de la puerta. Ella tan solo se dio la vuelta y en silencio se internó en el frío de la ciudad.

Ella tan solo caminaba, pensando en el valor de la vida y el tiempo, en como no pudo antes darse cuenta de que su felicidad estaba en la simpleza de un amanecer sin preocupaciones. Tan solo pensaba en llegar a casa y despojarse de todo lo que la hacía igual al resto, una marca, una moda, un slogan reconocido que le diera cierta reputación. Ella sacó su último cigarrillo del bolso caro que su pareja le había regalado y tan solo dijo:

-Mi vida no se consumirá como este estúpido cigarrillo.

Dejó caer su bolso al suelo y entre la penumbra de foco en foco su presencia se perdía, dejando atrás tan solo un rastro de humo efímero como un suspiro.